La formación en Compliance es una de las actividades más importantes dentro del impulso a la cultura de integridad. Tiene como fin último trasladar al personal los límites dentro de los cuales pueden actuar en el ejercicio de sus funciones, incluyendo el marco normativo, políticas internas y procedimientos.

Además, la formación en Compliance es también una vía para divulgar los valores de la organización y buscar generar compromiso del personal con la cultura de integridad de la organización.

Sin embargo, muchas veces se queda corta, y esto puede estar condicionado por la percepción que existe en general sobre las formaciones corporativas. Si nos guiamos por lo que dice Harvard Business Review, los datos no son muy prometedores:

  • El 75% de los managers encuestados en un universo de 1500 personas de 50 organizaciones distintas, respondió que no estaban satisfechos con sus programas de formación.
  • Sólo el 12% de los empleados aplicaron las habilidades aprendidas en los programas de formación, dentro de su actividad.
  • Apenas un 25% de los participantes en una encuesta llevada a cabo por McKinsey, considera que la formación le permitió mejorar el rendimiento de forma medible.

Estos datos son indicativos de que la formación, si bien necesaria e imprescindible, está lejos de ser una actividad que genere engagement en el personal. Por lo tanto, si queremos una formación en Compliance rompa esos bajos promedios y que vaya más allá del cumplimiento normativo, debemos hacer las cosas de forma diferente.

A continuación, te compartimos tres recomendaciones que pueden ayudar a dar una vuelta a tu programa de formaciones en Compliance:

Complementar la formación en Compliance online con simulaciones

La mayoría de los profesionales del Compliance va a coincidir en que las formaciones online tienen limitaciones. Sin embargo, es el método predilecto a la hora de formar a las plantillas, especialmente cuando la cantidad de trabajadores y la dispersión de funciones dificulta otras alternativas.

La dinámica pasa por la construcción de dilemas que se presentan al usuario a través de varios slides o animaciones, y éste deberá seguir el recorrido indicando las respuestas correctas, o repetir el trayecto cuando no sea así.

Este enfoque es muy bueno para introducir conceptos o refrescar procesos. Sin embargo, si se quiere lograr un cambio conductual, es necesario dar un paso más.

Para ello, proponemos complementar las formaciones con dinámicas que incluyan simulaciones prácticas, que harán que los colaboradores experimenten a nivel práctico una situación de riesgo, involucrando así las emociones y conductas que pudieran surgir en un caso real.

Nuestro Integrity Journey no sólo cumple con este propósito sino que además le permitirá a la organización obtener información sobre cómo está siendo implementado su sistema y tomar las acciones correctivas necesarias para mejorarlo.

 

Evitar las formaciones estándar.

Así como el Compliance eficaz debe ser a medida, las formaciones también. Los riesgos legales y los procesos de control a que están sujetos las áreas comerciales son totalmente distintos a los del área de mantenimiento, por poner un ejemplo.

Por lo tanto, de nada sirve dar la misma formación a ambas áreas, pues el contenido será de utilidad sólo para una de ellas (o para ninguna).

El plan de formación en Compliance debe considerar las necesidades específicas de cada área y adaptarse en fondo y forma al público de interés al que está destinado.

Para evitar las formaciones estandarizadas, proponemos establecer claramente el mapa de públicos de interés interno y externo, y así saber cuáles son los requerimientos de cada área. Nuestro Workshop sobre Ecosistemas del Compliance permite a la organización definir este mapa de manera práctica y sencilla.

 

Medir, medir y medir.

No nos cansamos de insistir en este punto en cada publicación. La medición es el único factor que nos permite trabajar de forma estratégica. Lo que no se mide no existe, y realizar formaciones sin llevar un seguimiento adecuado es una pérdida de dinero para la organización.

Además, hay que tener definidos unos buenos indicadores. La asistencia y la cantidad de horas de formación son dos de los parámetros más utilizados para valorar la efectividad de las formaciones, y las veremos en muchas memorias de sostenibilidad. Sin embargo, nos dicen muy poco sobre la calidad de las formaciones y la cultura de integridad.

Las pautas del Departamento de Estado para la evaluación de programas de Corporate Compliance, en su última actualización de 2019, contempla las pautas para medir no sólo la existencia o documentación de un sistema, sino la efectividad. Esto implica la generación de indicadores cualitativos propios en cada organización, y a analizar la idoneidad de los contenidos de las formaciones a la realidad de la organización.

Nuestra propuesta para solventar la falta de medición es obvia: Si no se hace, comenzar a medir, y hacerlo definiendo los indicadores cualitativos relevantes. Mientras más claro se tenga el punto de partida y mejores sean los criterios, más fácil será visualizar el estado actual de las formaciones, la relevancia del programa, la evolución del personal en la asimilación de los contenidos y las áreas de mejora.

En Ethical Strategists, promovemos cultura de integridad en las organizaciones a través de recursos prácticos que generan evidencia de cumplimiento. ¡Contáctanos y trabajemos juntos!